Andrea Olguin una joven de apenas 22 años de edad perdió la vida el pasado 11 de julio. Su muerte ocurrió mientras se bañaba, esto tras inhalar monóxido de carbono de un boiler que carecía de la ventilación adecuada.
El calentador de agua, instalado dentro del baño y sin ventilación adecuada, liberó los gases que terminaron por arrebatarle la vida. Días antes, Andrea había solicitado mantenimiento. El técnico advirtió que el boiler debía colocarse fuera del baño, posterior a esto, la joven solicitó al administrador el cambio de lugar, solicitud que nunca fue atendida.
La Norma Oficial Mexicana NOM-004-SEDG-2004 lo prohíbe: ningún calentador debe estar en un baño sin ventilación ni ductos de extracción. Pero en ese edificio, según reconoció el propio administrador ante la Fiscalía capitalina, hay más departamentos con la misma instalación. Ninguno ha sido modificado y después de una investigación realizada por protección civil y Secretaría de Gestión Integral de Riesgos, al menos 6 departamentos se encuentran en un riesgo de alto nivel.
A pesar de los riesgos, algunos inquilinos siguen viviendo en el edificio. El costo de las rentas en la zona los obliga. La precariedad no sólo se mide en pesos: también en omisiones y muertes evitables, como el caso de Andrea Olguin, una joven llena de vida y esperanza, que después de recibir su título en Derecho se preparaba para empezar una vida llena de logros, una vida que terminó muy pronto por una omisión de la seguridad.
