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Ser Profesor Hoy: Enseñar en Tiempos de Desconexión y Hiperestimulación

La nueva aula universitaria: cuerpos presentes, mentes dispersas

En las aulas universitarias del siglo XXI, el escenario ha cambiado radicalmente. Aunque las sillas estén ocupadas y los alumnos aparenten atención, muchos docentes coinciden en una percepción compartida: nunca fue tan difícil captar —y mantener— la atención de los estudiantes.

La desmotivación, la falta de objetivos claros, el uso constante de pantallas y la dificultad para sostener el pensamiento profundo son parte del nuevo paisaje universitario. Pero, ¿qué hay detrás de este fenómeno y qué significa realmente ser docente en este contexto?

Hiperconectados, pero desconectados de sí mismos

La generación actual de estudiantes ha crecido en un entorno saturado de estímulos digitales. TikTok, YouTube, videojuegos, notificaciones constantes… todo conspira contra la concentración y favorece la gratificación instantánea.

Esto genera mentes hiperestimuladas pero emocionalmente fatigadas, incapaces de sostener la atención durante 10 minutos seguidos. Como señala Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio, vivimos en un entorno donde la saturación de información no produce conocimiento, sino agotamiento mental.

“La multitarea digital no amplía la atención, la dispersa.”

El docente ante el vacío motivacional

Más allá de los contenidos académicos, los profesores enfrentan hoy un nuevo reto: sostener el interés y la energía emocional de estudiantes que, muchas veces, no saben por qué están ahí.

Esta falta de sentido vocacional o propósito vital no es una falla individual, sino un síntoma de una cultura que ha vaciado de profundidad muchas experiencias. El aula se convierte, entonces, en un espacio donde el docente debe ser pedagogo, guía emocional y, a veces, animador.

¿Cómo enseñar a quien no quiere aprender?
¿Cómo motivar a quienes no encuentran razones internas para esforzarse?

¿Qué perfil necesita hoy un profesor universitario?

Los modelos tradicionales de autoridad y transmisión unilateral del conocimiento han perdido eficacia. El nuevo docente universitario no solo debe saber, sino también conectar, inspirar, sostener emocionalmente y crear espacios de sentido.

Nuevas cualidades clave en el perfil docente:

1. Capacidad de escucha empática

Tenemos que aceptar radicalmente que los estudiantes traen consigo cargas emocionales invisibles, que nos toca escuchar no solo lo que dicen, sino lo que callan.

2. Diseño de experiencias significativas

La clase debe ser más que una transmisión de información, atrás quedaron los tiempos de filosofía griega en donde la comunicación va en un sentido, las clases deben ser una experiencia que despierte curiosidad, creatividad y conexión.

3. Alfabetización digital crítica

No basta con manejar plataformas, de hecho eso ya es lo más básico de lo básico, debemos enseñar a los estudiantes a pensar críticamente en entornos digitales, a filtrar, reflexionar y cuestionar.

4. Gestión emocional y resiliencia

La frustración docente es real, somos seres humanos con un shock tremendo entre la docencia y la tan famosa era digital. Saber gestionar la incertidumbre, el desgaste y las expectativas es clave para sostenerse en la tarea.

5. Facilitador de creatividad y pensamiento lento

En un mundo que premia la velocidad, el profesor debe defender los espacios de pausa, contemplación y profundidad. Como dice Han en La vida contemplativa, solo en el silencio y la lentitud emerge el verdadero pensamiento.

Enseñar en la era del cansancio: una labor de resistencia

La docencia universitaria hoy es más compleja que nunca. Requiere de una entrega que va mucho más allá del conocimiento técnico. Se trata de acompañar procesos humanos en una era de deshumanización, de sembrar sentido donde hay dispersión, y de crear espacios fértiles en medio del ruido.

Pero también es una oportunidad única: la posibilidad de formar mentes críticas y corazones despiertos en un momento histórico donde todo empuja a la desconexión y al automatismo.

Ser docente hoy implica aceptar que no se enseña solo a través de contenidos, sino sobre todo a través del ejemplo, la presencia y la humanidad. En una generación desbordada de información pero hambrienta de sentido, el profesor puede ser faro, puente y refugio.

“Educar no es llenar una vasija, sino encender un fuego”

Plutarco decía la cita anterior, hoy, ese fuego requiere más que nunca tiempo, empatía y creatividad.

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