¿Rentas o eres el rey de tu castillo?

¡Agárrate los pantalones y prepárate para la pregunta del millón! ¿Seguir alquilando o ser el rey o la reina de tu propio castillo? Porque, sí, estamos hablando de esa etapa de la vida en la que te cuestionas cosas importantes, como si deberías comprar una casa o seguir en el juego de los pagos mensuales al dueño.
Vamos a obviar por un momento todos esos argumentos sobre la seguridad y el activo fijo que representa tener tu propia vivienda. Aquí vamos a adentrarnos en el emocionante mundo de la economía de la felicidad. ¿Te hace más feliz desembolsar una cantidad considerable para comprar una casa o prefieres vivir la vida al máximo y pagar tu renta sin preocupaciones?
Según unos estudios que se hicieron por allá en los Estados Unidos, resulta que aquellos afortunados que son dueños de su morada reportan una satisfacción más grande cuando se les pregunta sobre su lugar de residencia. Sin embargo, no hay evidencia de que sean más felices en general que los que pagan un alquiler.
Aquí vienen Elizabeth Dunn y Michael Norton, expertos en felicidad y autores del libro “Dinero feliz: la ciencia de un gasto inteligente”, para explicarnos este fenómeno tan curioso. Resulta que la gente valora más las experiencias que el simple hecho de poseer cosas. ¡Sorprendente, ¿no?!
Comprar una casa va a tener un impacto en tu forma de gastar, porque vas a tener que destinar una buena tajada de tu sueldo al ahorro para pagar esa propiedad. Eso significa que te vas a tener que olvidar de algunas experiencias divertidas que podrías estar viviendo. Según estos investigadores, disfrutas más tomarte una cerveza con los amigos o tener una cita romántica que tener una casa bonita. Al parecer, las cosas materiales las disfrutas tú solito en tu burbuja, mientras que las experiencias sociales te dan más felicidad. ¡Así que a compartir se ha dicho!
Pero, claro, no podemos ignorar el lado financiero y económico de la ecuación. Comprar una casa también te brinda una dosis de seguridad y te convierte en un jugador importante en el tablero de la vida.
Entonces, ¿qué es lo que realmente importa? ¿La felicidad efímera de las experiencias compartidas o la seguridad y el patrimonio que te ofrece tener tu propio nidito? ¡La decisión está en tus manos, valiente aventurero!



