Cansados, Conectados y Creativos, qué tan común es el estrés estudiantil

En la actualidad, miles de estudiantes universitarios enfrentan una presión constante: destacar en sus estudios, construir un futuro prometedor y, al mismo tiempo, mantenerse activos y visibles en redes sociales. Esta combinación, aparentemente natural para una generación hiperconectada, está generando consecuencias silenciosas pero devastadoras.
Diversos estudios muestran que el estrés académico está en aumento. Ansiedad, insomnio, irritabilidad y agotamiento son síntomas comunes entre jóvenes que intentan cumplir con estándares cada vez más altos. Pero, ¿de dónde viene realmente este cansancio generalizado?
Sociedad del rendimiento: cuando nunca es suficiente
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en su obra La sociedad del cansancio, plantea que vivimos en una era donde ya no hay un “otro” que nos oprima: somos nosotros mismos quienes nos explotamos. En lugar de un sistema disciplinario externo, ahora existe una autoexigencia permanente, un imperativo de ser productivos todo el tiempo.
El estudiante de hoy no solo compite académicamente, sino también digitalmente. La necesidad de ser visible, relevante, creativo y exitoso en redes sociales como Instagram, TikTok o LinkedIn, intensifica esta cultura del rendimiento.
“Hoy cada uno es su propio empresario. El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo creyendo que se está realizando”, afirma Han.
Redes sociales: el dopaje de la autoimagen
La adicción a las redes sociales no es solo una distracción: es un síntoma del malestar contemporáneo. La recompensa instantánea en forma de “likes” o “views” genera dependencia, alimenta la comparación constante y crea una versión superficial del éxito.
Este fenómeno aumenta el estrés y la insatisfacción personal, ya que las plataformas están diseñadas para captar la atención y fomentar la comparación social. Para los estudiantes, esto significa vivir bajo una doble presión: la académica y la digital.
El valor perdido de la contemplación y la creatividad
En su libro La vida contemplativa, Han reivindica el arte de detenerse, de pensar sin buscar resultados inmediatos. Esta pausa —rara en nuestra cultura del multitasking— es donde nace la verdadera creatividad.
¿Por qué es importante esto para los estudiantes? Porque los espacios de contemplación y ocio creativo no son tiempo perdido: son esenciales para el aprendizaje profundo, la salud mental y el desarrollo personal.

Crear sin presión: el nuevo acto de resistencia
Pintar, escribir, tocar un instrumento, caminar sin rumbo o simplemente no hacer nada durante unos minutos… son prácticas que pueden parecer inútiles en una lógica productivista, pero que en realidad regeneran la mente y reconectan al estudiante consigo mismo.
Fomentar estos momentos es clave para romper con el ciclo del cansancio digital y académico. Es un acto subversivo frente a un sistema que solo valora lo visible, lo medible y lo rentable.
Cómo recuperar tu tiempo y tu atención (Consejos prácticos)
- Establece momentos de desconexión digital: desactiva notificaciones, programa pausas sin pantallas.
- Dedica tiempo a actividades creativas sin objetivo productivo.
- Medita o escribe un diario: herramientas para procesar emociones y ordenar pensamientos.
- Valora el silencio y el aburrimiento: son precursores de la imaginación.
- Redefine el éxito: no por validación externa, sino por bienestar interno.
Conclusión: no todo debe ser visible para tener valor
En un mundo que te empuja a producir, mostrar y compararte, detenerte para simplemente ser es un acto radical. Recuperar espacios de creatividad y contemplación no solo ayuda a combatir el estrés estudiantil, sino que también permite una vida más auténtica, plena y sostenible.
Como afirma Byung-Chul Han:
“El hombre que no sabe demorarse, que no sabe contemplar, no vive, sino que apenas sobrevive.”



