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Dólar sigue “en picada” ante políticas de Trump

El dólar estadounidense atraviesa su peor caída semestral en más de medio siglo, acumulando una depreciación de alrededor del 10.8% frente a una canasta de divisas globales, de acuerdo con datos de Bloomberg Línea y The New York Times. Esta tendencia marca su mayor desplome desde 1973, cuando se derrumbó el sistema de Bretton Woods y comenzó la era de los tipos de cambio flotantes. Entre los factores que explican esta debilidad histórica destacan la creciente desconfianza en la política fiscal de Donald Trump, cuyo nuevo paquete de recortes de impuestos y expansión del gasto amenaza con disparar el déficit federal en más de 3 billones de dólares durante la próxima década.

La presión del expresidente —ahora nuevamente en campaña— sobre la Reserva Federal para recortar tasas de interés más rápido de lo previsto ha encendido focos rojos en los mercados. Analistas señalan que la erosión de la independencia del banco central estadounidense alimenta la incertidumbre y reduce la demanda por dólares como activo refugio. A esto se suma el incremento de la deuda pública, que ya supera el 120% del PIB, y una desaceleración de la compra de bonos del Tesoro por parte de inversionistas extranjeros, generando una fuga de capitales que debilita aún más a la divisa.

Imagen de Kredite

Este contexto ha impulsado a otras monedas, como el euro, que acumula una ganancia de más del 13% frente al dólar en lo que va del año, su mejor desempeño desde su creación en 1999. También se observa un avance de iniciativas de desdolarización impulsadas por economías emergentes y bloques como los BRICS, que buscan reducir su exposición a la moneda estadounidense en comercio e inversiones estratégicas.

Para México, la caída del dólar trae efectos mixtos: los consumidores y empresas que dependen de importaciones se benefician de un tipo de cambio más favorable, lo que podría aliviar algunas presiones inflacionarias. Sin embargo, la apreciación del peso representa un reto para exportadores y sectores que dependen de la competitividad cambiaria. Por ahora, el Banco de México se mantiene atento para evitar movimientos abruptos que puedan poner en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.

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