México impone nuevo impuesto de hasta el 210% al azúcar extranjera

El Gobierno de México anunció la aplicación de un impuesto al azúcar extranjera con aranceles de hasta 210 % a las importaciones.
La medida, vigente desde el 11 de noviembre de 2025, busca frenar la entrada de azúcar barata del exterior, equilibrar los precios nacionales y fortalecer la producción local.
México sube aranceles al azúcar importada
La Secretaría de Economía publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto que establece nuevos aranceles a las importaciones de azúcar.
Para azúcares de remolacha, de caña o con adición de colorantes, el arancel será de 156 %.
Para el azúcar líquida refinada e invertida, la tasa sube hasta 210.44 %.
Con esto, México se convierte en uno de los países con la política más estricta frente a la importación de azúcar.
La medida no afecta a los países con tratados comerciales preferenciales, pero sí impacta a los grandes exportadores del rubro, entre ellos Estados Unidos, Brasil y Guatemala.
Razones detrás del impuesto al azúcar extranjera
El gobierno argumenta que esta decisión responde a la caída del precio internacional del azúcar y a la sobreoferta interna, que afecta directamente a la agroindustria nacional.
México produjo cerca de 4.7 millones de toneladas de azúcar en el último ciclo, mientras que el consumo ronda los 3.9 millones. El exceso de inventarios y las crecientes importaciones —más de 610 000 toneladas en 2024— han generado una presión negativa sobre los precios.
Con este impuesto al azúcar extranjera, se pretende evitar que el producto importado siga desplazando al nacional y restablecer condiciones de competencia justa, explicó la Secretaría de Economía.
Efectos esperados en el mercado
El impacto del impuesto será inmediato. Los cálculos del sector indican que el precio de importación de azúcar cruda pasará de unos 770 USD por tonelada a más de 1 000 USD, mientras que el azúcar refinada podría superar los 1 300 USD.
De esta forma, importar azúcar dejará de ser rentable para muchas empresas. Esto beneficiaría a los ingenios nacionales y protegería más de 400 000 empleos directos vinculados con la caña de azúcar.
Sin embargo, algunos expertos advierten que los consumidores podrían enfrentar incrementos de precios si la producción interna no cubre la demanda total. La Secretaría de Economía respondió que habrá vigilancia sobre los precios internos para evitar abusos.
México también grava bebidas con azúcar
El impuesto al azúcar extranjera no es la única medida en marcha. El Gobierno también confirmó que en 2026 entrará en vigor un nuevo ajuste al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) para bebidas azucaradas.
Las bebidas con azúcares añadidos pagarán 3.08 pesos por litro.
Las versiones “light” o “cero” con edulcorantes artificiales tendrán una tasa de 1.50 pesos por litro.
El objetivo es doble: reducir el consumo de azúcar y generar ingresos adicionales para el sistema de salud.
Según la Secretaría de Hacienda, México se mantiene entre los países con mayor consumo de refrescos del mundo, por lo que esta medida también tiene un enfoque sanitario.
¿Por qué esta decisión?
La decisión mexicana llega en medio de tensiones comerciales globales por el azúcar. Brasil y Tailandia, los principales productores mundiales, han enfrentado caídas de precios debido al exceso de oferta.
En este escenario, varios países —entre ellos India y Estados Unidos— han incrementado sus mecanismos de protección o subsidio al sector.
México, al aplicar el impuesto al azúcar extranjera, se alinea con esta tendencia, pero con un enfoque más agresivo: proteger la producción nacional y garantizar precios competitivos para los productores locales.
El nuevo impuesto al azúcar extranjera refuerza la estrategia del Gobierno mexicano de priorizar la soberanía alimentaria y proteger los sectores productivos nacionales. Aunque la medida podría encarecer temporalmente algunos productos, se espera que ayude a estabilizar el mercado interno y preserve miles de empleos rurales.
A mediano plazo, el reto será equilibrar la protección industrial con políticas de salud pública que reduzcan el consumo de azúcar. México apuesta así por un modelo que combina control comercial y bienestar social, en una industria clave para la economía nacional.

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