Encierro forzado: migrantes en Los Ángeles viven bajo miedo constante
Los Ángeles atraviesa una crisis silenciosa. Desde hace semanas, miles de migrantes indocumentados han optado por permanecer encerrados en sus casas para evitar ser detenidos por agentes federales. Las redadas migratorias, intensificadas en diversos puntos de la ciudad como zonas industriales, mercados y parques públicos, han generado un clima de miedo y tensión que afecta la vida cotidiana de comunidades enteras.
Este aislamiento forzado ha paralizado gran parte de la economía local. Calles antes llenas de actividad se encuentran desiertas, con negocios cerrados, puestos de comida abandonados y una notable caída en el uso del transporte público. Trabajadores esenciales, como repartidores, empleados de lavanderías y vendedores ambulantes, han suspendido sus labores por temor a ser interceptados.
La respuesta ciudadana ha sido rápida. Organizaciones barriales han comenzado a recolectar fondos y repartir víveres para apoyar a las familias que se han quedado sin ingresos. Al mismo tiempo, grupos de defensa legal han interpuesto recursos para frenar detenciones sin orden judicial y monitorean posibles abusos por parte de autoridades migratorias.
Mientras tanto, las autoridades locales han mostrado su desacuerdo con el despliegue de fuerzas federales en la ciudad. Se han pronunciado en contra de la estrategia que califican como “innecesariamente agresiva” y que, según ellos, solo ha provocado temor, desconfianza y una ruptura en el tejido social.
Para miles de migrantes, salir a la calle ya no es una opción. Viven en alerta permanente, confinados no por elección, sino por una política migratoria que los ha llevado al límite. El temor a ser separados de sus familias y deportados ha transformado su vida.



