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El cáncer de mama no conoce de géneros

La Importancia del Chequeo de Mamas: Un Asunto de Hombres También

Cuando pensamos en la prevención del cáncer de mama, la imagen que nos viene a la mente es, casi automáticamente, la de una mujer. Sin embargo, detrás de esta asociación cultural hay una verdad médica crucial, aunque menos conocida: el cáncer de mama también afecta a los hombres.

Si bien es una enfermedad mucho más rara en la población masculina (representando menos del 1% de todos los casos de cáncer de mama), su baja frecuencia no debe traducirse en ignorancia o autocomplacencia. De hecho, el desconocimiento generalizado sobre el riesgo en hombres a menudo conduce a un diagnóstico tardío, cuando la enfermedad ya está avanzada, complicando el tratamiento y disminuyendo las tasas de supervivencia.

¿Por qué los Hombres Deben Prestar Atención a sus Mamas?

Tanto hombres como mujeres poseen tejido mamario. Aunque en los hombres es menos desarrollado, es suficiente para que las células cancerosas puedan comenzar a crecer. Los factores de riesgo incluyen la edad avanzada (generalmente a partir de los 60-70 años), antecedentes familiares de cáncer de mama, ciertas mutaciones genéticas (como las de los genes BRCA1 y BRCA2), y condiciones que aumentan los niveles de estrógeno en el cuerpo (como la obesidad o el síndrome de Klinefelter).

Silueta de hombre con listón rosa

La clave está en la detección temprana. Dado que los hombres no suelen ser incluidos en los programas de screening masivo (como las mamografías de rutina), el autoexamen y la vigilancia médica se vuelven su principal línea de defensa.

Signos de Alerta que Nunca se Deben Ignorar

Es fundamental que los hombres se familiaricen con la apariencia y textura normales de su pecho. Cualquier cambio debe ser motivo de consulta médica inmediata. Los síntomas más comunes del cáncer de mama masculino incluyen:

1. Un bulto o engrosamiento indoloro en el área del pecho, a menudo justo debajo del pezón.

2. Cambios en el pezón, como hundimiento (retracción), descamación, enrojecimiento, o dolor.

3. Secreción del pezón, especialmente si es transparente o con sangre.

4. Cambios en la piel del área, como hoyuelos, arrugas, irritación o enrojecimiento.

5. Inflamación o bultos en la axila (debido a posibles ganglios linfáticos afectados).

El primer paso para la prevención es romper el tabú y la creencia de que esta es una “enfermedad de mujeres”. El segundo paso es actuar. El autoexamen de mamas, realizado de forma regular, puede salvar vidas al permitir identificar un signo de alarma a tiempo.

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