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¿Dormir poco, vivir estresado y el burnout son tu realidad? 

Hemos normalizado vivir en una sociedad que glorifica el estar lleno de actividades y ocupaciones, tanto que las horas de sueño, el descanso y el ocio, nos hace sentirnos fuera de órbita cuando nos priorizamos y agendamos tiempo de descanso y ¡no! No deberías pensar que eres un bicho raro por hacerlo, o tal vez sí, pero lo haces bien, ¡hakuna matata!

El descanso es una inversión de tiempo y recursos en ti, para nada se trata de perder o desperdiciar recursos valiosos, puesto que son la mente, el cuerpo y tu energía los recursos que debes atesorar, gestionar y cuidar. 

¿Dime qué juguete de pilas dura una eternidad funcionando si atrofiarse? ¡Exacto! Llega el momento en el que a todos había que dejarlos un rato y ponerlos a cargar, limpiarlos, darles su espacio de mantenimiento y con ello su vida útil se prolongaba, incluso los valorabas más.

Pero hoy cuando volteamos a ver a los profesionistas que rockean en el mundo empresarial, lo triste y común es ver que es difícil encontrar a alguien que no esté ya en burnout; los garbanzos de a libra son ahora los que han aprendido a gestionar su tiempo y cuidar sus tiempos de descanso con celosía.

¿Por dónde empiezas?

Descanso físico: duerme 8 horas, en serio, ni una menos, deben ser por la noche. Si puedes y tienes tiempo de hacer una pequeña siesta en la tarde, adelante. Practica ejercicios que involucren tu respiración como Yoga, pasea tranquilamente por la naturaleza, disfruta de una ducha relajante. 

Sensorial: reduce tu exposición a pantallas por lo menos una hora antes de dormir, provoca momentos de calma y silencio, cierra tus ojos por un minuto. 

Social: identifica tus necesidades sociales reales, disfruta de una salida a almorzar, comer o cenar con un amigo, establece límites con personas que te agotan energéticamente. 

Mental: escribe en un diario 5 minutos al día, escucha música relajante, guarda dispositivos y desconéctate, aprende habilidades blandas para gestionar situaciones. 

Espiritual: medita, practica alguna creencia, haz voluntariado, reflexiona el sentido de la vida. 

Emocional: desarrolla conciencia emocional,  habla con tu terapeuta, valida tus sentimientos y comunícalos, identifica tus emociones y practica expresarlas de manera saludable.

Creatividad: visita museos, exposiciones, ve al teatro, conciertos, pinta o decora, escucha música, baila, escribe a mano, lee un libro o disfruta de una película. 

Ahora toca hacer lo más que puedas de las opciones, no necesitas meterte en aprietos tratando de hacer todas todo el tiempo, incorpora de a poco con las que puedas hasta que se hagan un hábito y todo sea parte de un proceso muy llevadero con el que fluyas todo el tiempo y sobre todo te alejes del sentimiento de culpa por creer que descansar es malo, porque no lo es, y cuando llegue a ti nuevamente la duda, recuerda: ¡hakuna matata!

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